Desde tiempos remotos la relación entre los actos criminales y la locura resultó ser toda una incógnita. Se consideraba que las motivaciones que impulsaban esas conductas eran responsabilidad del diablo, del deseo libremente elegido de la malignidad como fin o de la carencia de religiosidad. Hoy por hoy la Psicología Criminal estudia las aptitudes, los procesos mentales, la personalidad y la motivación consciente o inconsciente del criminal, partiendo de la psicología del individuo hacia la psicología de los grupos sociales.
A continuación intentaré caracterizar cómo algunas de las grandes reagrupaciones psicopatológicas podrían relacionarse con acciones delictivas.
En la neurosis obsesivo compulsiva la angustia se controla a través de mecanismos de repetición. La persona reconoce que los pensamientos y actos repetitivos (rituales) son irracionales, sin embargo es incapaz de controlarlos ya que el no hacerlos representa para ella una mayor angustia porque cree que algo le sucederá. En el caso de los delitos se muestra claramente cómo no puede controlarse porque es mayor la angustia ante sus ideas obsesivas. Realiza la conducta porque le produce un alivio psíquico y el delito es evidentemente una conducta destructiva, simbólica y detallista, con proyección en núcleos psicóticos en el caso de los crímenes. La obsesión de conductas prohibidas representa una especie de tragicomedia de acciones criminales deseadas y temidas a la vez. Es importante para la criminología tener en cuenta que puede ocurrir que el sujeto pase a realizar la acción para aliviar su consciencia, lo que conlleva un descanso en la ansiedad del delincuente debido a la ejecución de la conducta criminal. Las obsesiones aritméticas son una obsesión al manejar cifras y realizar operaciones matemáticas que liberan la angustia. Esto explica algunos de los razonamientos lógicos bien estructurados de algunos criminales. Todo el comportamiento del obsesivo se caracteriza por rigidez, meticulosidad, detallismo y excesivo orden. También es posible que llegado al límite de la obsesión - compulsión comience un trastorno psicótico propiamente dicho.
Por su parte una persona fóbica en un ataque de pánico puede llegar a cometer acciones violentas y hasta homicidios sádicos para aliviar su tensión frente a la situación fóbica, ya que ésta le crea una gran tensión emocional que no puede controlar. La conducta delictiva puede desencadenarse imprevistamente porque el neurótico fóbico al entrar en una situación generadora de angustia, realiza un impulso incontrolable para salir de esa situación fóbica, pero que lleva a cabo a través de la agresión. En una situación fóbica altamente estresante, la angustia puede ocasionar desestructuración de la personalidad, en la cual los actos impulsivos de defensa hacen que el individuo sea peligroso desde el punto de vista criminológico.
La relación entre la psicosis y la criminalidad es estrecha debido a que en la conducta de agredir de modo destructivo en la psicosis predominan elementos confusionales. Las personas con trastorno psicótico tienen fallas en el juicio de realidad, que es la capacidad que permite al sujeto distinguir entre los estímulos provenientes del mundo externo y los provenientes del mundo interno. Como consecuencia de la desorganización de la conducta el psicótico homicida podría no tener en cuenta el borrado de las evidencias que lo involucrarían luego de una investigación policial. En muchas oportunidades aparecen en su dominio manchas de sangre y objetos de pertenencia de la víctima. En el momento del delito podría dar varias puñaladas, incluso al haberse asegurado que el cuerpo no tenía vida. Debido a estas características, propias de una personalidad desorganizada y caótica, que no planifica sus acciones, el autor del hecho generalmente es fácilmente reconocido, no sólo por los investigadores, sino por su entorno más íntimo.
La esquizofrenia es uno de los trastornos más graves de la personalidad en la cual la disociación con la realidad es grande. Los actos delictivos van desde aquellos casi pasivos hasta agresivos, sin causa que los justifiquen, desencadenadas por la fuerza de una impulsión sin freno. Al progresar la enfermedad el sujeto se encierra más en sí mismo, tiene choques más violentos con la sociedad y da muestras de no saber lo que hace. Además surgen odios inmotivados y accesos de cólera, que contribuyen a que sus actos delictivos pueden sorprender a cualquiera, sin que la víctima pueda prevenirse. La carencia de motivos desencadenantes es la característica principal de la criminalidad esquizofrénica. Esta puede asumir diversas formas, que van desde violencia física (lesiones, homicidio, suicidio) hasta hurto y robo, cuya finalidad puede ser solamente obtener medios para vestirse y alimentarse.
A la esquizofrenia paranoide se la vincula principalmente con conductas delictivas de carácter violento en las que las ideas persecutorias y delirios se van estructurando en confabulaciones violentas. La personalidad es fría, retraída y presenta hostilidad y agresión. Las conductas delictivas se caracterizan por ser de extrema violencia hasta totalmente sádicas. Estos crímenes generalmente son llevados a cabo hacia personas conocidas y el grupo familiar. La alucinación persecutoria promueve defensas agresivas que pueden llegar fácilmente al homicidio; incluso la práctica delictiva puede estar premeditada gracias a la alucinación estructurada. Aquí, como acontece en muchos casos, la conducta agresiva traduce la verdadera dimensión de la enfermedad mental.
En la psicosis paranoica existe una falla en el juicio de realidad que genera distorsiones en el contenido del pensamiento. Estas pueden ser:
- Ideas de referencia: son aquellas que le hacen pensar al sujeto que cualquier acontecimiento generalmente de índole catastrófica es por su causa.
- Ideas de control: cree que fuerzas ajenas a él, generalmente omnipotentes, controlan su vida y sus actos, ya sea Dios, los extraterrestres o un líder mundial. Dentro de las psicosis podemos encuadrar al fenómeno de las sectas. Se fundamentan en el pensamiento mágico e infantil, muchas veces florido de delirios místicos. El psicótico místico necesita de un guía o consejero espiritual que cumpla la función paterna, y al cual le rinde culto de modo irracional. Al poseer una personalidad endeble y confusa, se siente seguro al contar con alguien que le ordene el modo de actuar o de comportarse en todos los ámbitos. Como ejemplo podemos mencionar a los suicidios grupales producidos como consecuencia del establecimiento de un pacto previo entre las víctimas.
- Ideas persecutorias en las que el sujeto siente que es objeto de persecuciones que pueden estar parcialmente fundadas, pero no al grado en que éste las expresa. Fácilmente puede aparecer un acto delictivo como defensa ante la supuesta persecución. No hay arrepentimiento porque el delirante cree que obró en defensa propia. A veces los actos son explosivos como salida abrupta a una situación intolerable, pero también pueden ser planeados. El delirio querellante se basa en la reposición de un derecho por medio de trámites judiciales. En este caso, el psicótico considera que los testigos, los peritos y el juez se hallan confabulados contra él, por lo cual los calumnia y los acusa falsamente. Los delitos más comunes son calumnias, injurias, resistencia a la autoridad, acusaciones falsas y en casos extremos ataques materiales contra las personas.
- Ideas de grandeza: son aquellas ideas que le hacen creer que es omnipotente y de un poder absoluto, en donde puede tomar papeles como de Dios, de guía espiritual o salvador del mundo. Se relacionan con la delincuencia relativa a gastos desconsiderados y giros de cheque sin fondos. En los delirios místicos el delirante puede llegar a querer eliminar a todos los que se le oponen. En algunos casos logran convencer a los demás para cometer delitos colectivos.
Los contenidos distorsionados del pensamiento se pueden expresar de maneras coloquiales o cotidianas, como por ejemplo los celos excesivos que pueden dar origen a un crimen pasional. En el delirio sexual o erótico el delirante cree ser amado por alguien cuando en realidad no es así. El delito suele aparecer al intentar obtener sus derechos como ser amado, pudiendo llegar a acosar al objeto de su obsesión hasta con conductas agresivas. En el caso de los delirios de celos incluso los actos más inocentes son considerados como prueba de infidelidad del cónyuge o amante. Este tipo de delirio suele provocar homicidios o lesiones graves que se extienden incluso a los hijos y puede concluir con el suicidio del delincuente.
La psicosis maníaco - depresiva se caracteriza por la aparición de estados maníacos y depresivos de forma alternada. En el episodio maníaco no concibe la posibilidad de fracaso. Por eso desprecia las vallas opuestas por las consideraciones sociales, las normas éticas, las prohibiciones jurídicas y se lanza a actividades que pueden desembocar en delitos como estafas (gira cheques sin fondo, quiebra en virtud de operaciones arriesgadas), abusos sexuales, robos, calumnias e insultos contra los que se le oponen y contravenciones. Asimismo, en los estados de excitación pueden surgir conductas agresivas hacia otros o hacia sí mismo, que se traducen en lesiones u homicidio, ya sea de manera imprudente o por omisión. En cambio, el episodio depresivo se caracteriza por la pérdida de interés o de placer en casi todas las actividades habituales. El melancólico vive angustiado, vivencia que el porvenir sólo le ofrece sufrimientos. Algunas de las expresiones son pérdida de la energía, retraso en la actividad psicomotora, autoreproche o culpa excesiva y la ideación o acción suicida. No es raro que, por un proceso proyectivo, se piense que los padres, hermanos, hijos, esposa, tengan ante sí un futuro doloroso que es preciso evitarles; de ahí los homicidios piadosos en ellos perpetrados para prevenirles el sufrimiento.
El psicópata, que aparenta ser una persona encantadora y pacífica, en muchas ocasiones se crea un imaginario fantástico para justificar sus crímenes. Desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente engañan y manipulan con tal de conseguir provecho o placeres personales. Pueden mentir reiteradamente, utilizar un alias, estafar a otros o simular una enfermedad. Suelen ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado, robado o matado a alguien, culpando a las víctimas por ser tontos, débiles o por merecer su mala suerte. No siente remordimiento ni arrepentimiento, suele ser frío y déspota. Es difícil lograr adjudicarle con certeza un delito, ya que éste generalmente ha sido planificado de modo inteligente y con arreglos perfectos con el objeto de mantenerse impune.
En el retraso mental grave la criminalidad está relacionada con accesos de furia, tales como auto o heteroagresiones, incendios, daños, delitos contra la propiedad o contra el pudor y la libertad sexual. En los débiles mentales se presentan numerosas oportunidades para delinquir, fundamentadas por la escasez de frenos inhibitorios que impidan la comisión del acto delictivo. Su influenciabilidad los hace presa fácil de otros delincuentes que los inducen a cometer actos ilícitos.
En la demencia se destruyeron las inhibiciones conscientes, por lo que la conducta se torna inadecuada, y se llegan a cometer los delitos más variados. Estos generalmente son cometidos descaradamente, ya que falta una clara consciencia de gravedad. Son comunes los delitos de índole sexual.
Este artículo intentó ser una reflexión general acerca de algunos cuadros psicopatológicos y de su relación con las conductas delictivas. De allí la importancia del perito psicólogo y psiquiatra en el exámen de cada caso en particular.
La reproducción total o parcial de este artículo en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier medio de almacenamiento y recuperación de información no autorizada por el autor viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
A continuación intentaré caracterizar cómo algunas de las grandes reagrupaciones psicopatológicas podrían relacionarse con acciones delictivas.
En la neurosis obsesivo compulsiva la angustia se controla a través de mecanismos de repetición. La persona reconoce que los pensamientos y actos repetitivos (rituales) son irracionales, sin embargo es incapaz de controlarlos ya que el no hacerlos representa para ella una mayor angustia porque cree que algo le sucederá. En el caso de los delitos se muestra claramente cómo no puede controlarse porque es mayor la angustia ante sus ideas obsesivas. Realiza la conducta porque le produce un alivio psíquico y el delito es evidentemente una conducta destructiva, simbólica y detallista, con proyección en núcleos psicóticos en el caso de los crímenes. La obsesión de conductas prohibidas representa una especie de tragicomedia de acciones criminales deseadas y temidas a la vez. Es importante para la criminología tener en cuenta que puede ocurrir que el sujeto pase a realizar la acción para aliviar su consciencia, lo que conlleva un descanso en la ansiedad del delincuente debido a la ejecución de la conducta criminal. Las obsesiones aritméticas son una obsesión al manejar cifras y realizar operaciones matemáticas que liberan la angustia. Esto explica algunos de los razonamientos lógicos bien estructurados de algunos criminales. Todo el comportamiento del obsesivo se caracteriza por rigidez, meticulosidad, detallismo y excesivo orden. También es posible que llegado al límite de la obsesión - compulsión comience un trastorno psicótico propiamente dicho.
Por su parte una persona fóbica en un ataque de pánico puede llegar a cometer acciones violentas y hasta homicidios sádicos para aliviar su tensión frente a la situación fóbica, ya que ésta le crea una gran tensión emocional que no puede controlar. La conducta delictiva puede desencadenarse imprevistamente porque el neurótico fóbico al entrar en una situación generadora de angustia, realiza un impulso incontrolable para salir de esa situación fóbica, pero que lleva a cabo a través de la agresión. En una situación fóbica altamente estresante, la angustia puede ocasionar desestructuración de la personalidad, en la cual los actos impulsivos de defensa hacen que el individuo sea peligroso desde el punto de vista criminológico.
La relación entre la psicosis y la criminalidad es estrecha debido a que en la conducta de agredir de modo destructivo en la psicosis predominan elementos confusionales. Las personas con trastorno psicótico tienen fallas en el juicio de realidad, que es la capacidad que permite al sujeto distinguir entre los estímulos provenientes del mundo externo y los provenientes del mundo interno. Como consecuencia de la desorganización de la conducta el psicótico homicida podría no tener en cuenta el borrado de las evidencias que lo involucrarían luego de una investigación policial. En muchas oportunidades aparecen en su dominio manchas de sangre y objetos de pertenencia de la víctima. En el momento del delito podría dar varias puñaladas, incluso al haberse asegurado que el cuerpo no tenía vida. Debido a estas características, propias de una personalidad desorganizada y caótica, que no planifica sus acciones, el autor del hecho generalmente es fácilmente reconocido, no sólo por los investigadores, sino por su entorno más íntimo.
La esquizofrenia es uno de los trastornos más graves de la personalidad en la cual la disociación con la realidad es grande. Los actos delictivos van desde aquellos casi pasivos hasta agresivos, sin causa que los justifiquen, desencadenadas por la fuerza de una impulsión sin freno. Al progresar la enfermedad el sujeto se encierra más en sí mismo, tiene choques más violentos con la sociedad y da muestras de no saber lo que hace. Además surgen odios inmotivados y accesos de cólera, que contribuyen a que sus actos delictivos pueden sorprender a cualquiera, sin que la víctima pueda prevenirse. La carencia de motivos desencadenantes es la característica principal de la criminalidad esquizofrénica. Esta puede asumir diversas formas, que van desde violencia física (lesiones, homicidio, suicidio) hasta hurto y robo, cuya finalidad puede ser solamente obtener medios para vestirse y alimentarse.
A la esquizofrenia paranoide se la vincula principalmente con conductas delictivas de carácter violento en las que las ideas persecutorias y delirios se van estructurando en confabulaciones violentas. La personalidad es fría, retraída y presenta hostilidad y agresión. Las conductas delictivas se caracterizan por ser de extrema violencia hasta totalmente sádicas. Estos crímenes generalmente son llevados a cabo hacia personas conocidas y el grupo familiar. La alucinación persecutoria promueve defensas agresivas que pueden llegar fácilmente al homicidio; incluso la práctica delictiva puede estar premeditada gracias a la alucinación estructurada. Aquí, como acontece en muchos casos, la conducta agresiva traduce la verdadera dimensión de la enfermedad mental.
En la psicosis paranoica existe una falla en el juicio de realidad que genera distorsiones en el contenido del pensamiento. Estas pueden ser:
- Ideas de referencia: son aquellas que le hacen pensar al sujeto que cualquier acontecimiento generalmente de índole catastrófica es por su causa.
- Ideas de control: cree que fuerzas ajenas a él, generalmente omnipotentes, controlan su vida y sus actos, ya sea Dios, los extraterrestres o un líder mundial. Dentro de las psicosis podemos encuadrar al fenómeno de las sectas. Se fundamentan en el pensamiento mágico e infantil, muchas veces florido de delirios místicos. El psicótico místico necesita de un guía o consejero espiritual que cumpla la función paterna, y al cual le rinde culto de modo irracional. Al poseer una personalidad endeble y confusa, se siente seguro al contar con alguien que le ordene el modo de actuar o de comportarse en todos los ámbitos. Como ejemplo podemos mencionar a los suicidios grupales producidos como consecuencia del establecimiento de un pacto previo entre las víctimas.
- Ideas persecutorias en las que el sujeto siente que es objeto de persecuciones que pueden estar parcialmente fundadas, pero no al grado en que éste las expresa. Fácilmente puede aparecer un acto delictivo como defensa ante la supuesta persecución. No hay arrepentimiento porque el delirante cree que obró en defensa propia. A veces los actos son explosivos como salida abrupta a una situación intolerable, pero también pueden ser planeados. El delirio querellante se basa en la reposición de un derecho por medio de trámites judiciales. En este caso, el psicótico considera que los testigos, los peritos y el juez se hallan confabulados contra él, por lo cual los calumnia y los acusa falsamente. Los delitos más comunes son calumnias, injurias, resistencia a la autoridad, acusaciones falsas y en casos extremos ataques materiales contra las personas.
- Ideas de grandeza: son aquellas ideas que le hacen creer que es omnipotente y de un poder absoluto, en donde puede tomar papeles como de Dios, de guía espiritual o salvador del mundo. Se relacionan con la delincuencia relativa a gastos desconsiderados y giros de cheque sin fondos. En los delirios místicos el delirante puede llegar a querer eliminar a todos los que se le oponen. En algunos casos logran convencer a los demás para cometer delitos colectivos.
Los contenidos distorsionados del pensamiento se pueden expresar de maneras coloquiales o cotidianas, como por ejemplo los celos excesivos que pueden dar origen a un crimen pasional. En el delirio sexual o erótico el delirante cree ser amado por alguien cuando en realidad no es así. El delito suele aparecer al intentar obtener sus derechos como ser amado, pudiendo llegar a acosar al objeto de su obsesión hasta con conductas agresivas. En el caso de los delirios de celos incluso los actos más inocentes son considerados como prueba de infidelidad del cónyuge o amante. Este tipo de delirio suele provocar homicidios o lesiones graves que se extienden incluso a los hijos y puede concluir con el suicidio del delincuente.
La psicosis maníaco - depresiva se caracteriza por la aparición de estados maníacos y depresivos de forma alternada. En el episodio maníaco no concibe la posibilidad de fracaso. Por eso desprecia las vallas opuestas por las consideraciones sociales, las normas éticas, las prohibiciones jurídicas y se lanza a actividades que pueden desembocar en delitos como estafas (gira cheques sin fondo, quiebra en virtud de operaciones arriesgadas), abusos sexuales, robos, calumnias e insultos contra los que se le oponen y contravenciones. Asimismo, en los estados de excitación pueden surgir conductas agresivas hacia otros o hacia sí mismo, que se traducen en lesiones u homicidio, ya sea de manera imprudente o por omisión. En cambio, el episodio depresivo se caracteriza por la pérdida de interés o de placer en casi todas las actividades habituales. El melancólico vive angustiado, vivencia que el porvenir sólo le ofrece sufrimientos. Algunas de las expresiones son pérdida de la energía, retraso en la actividad psicomotora, autoreproche o culpa excesiva y la ideación o acción suicida. No es raro que, por un proceso proyectivo, se piense que los padres, hermanos, hijos, esposa, tengan ante sí un futuro doloroso que es preciso evitarles; de ahí los homicidios piadosos en ellos perpetrados para prevenirles el sufrimiento.
El psicópata, que aparenta ser una persona encantadora y pacífica, en muchas ocasiones se crea un imaginario fantástico para justificar sus crímenes. Desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente engañan y manipulan con tal de conseguir provecho o placeres personales. Pueden mentir reiteradamente, utilizar un alias, estafar a otros o simular una enfermedad. Suelen ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado, robado o matado a alguien, culpando a las víctimas por ser tontos, débiles o por merecer su mala suerte. No siente remordimiento ni arrepentimiento, suele ser frío y déspota. Es difícil lograr adjudicarle con certeza un delito, ya que éste generalmente ha sido planificado de modo inteligente y con arreglos perfectos con el objeto de mantenerse impune.
En el retraso mental grave la criminalidad está relacionada con accesos de furia, tales como auto o heteroagresiones, incendios, daños, delitos contra la propiedad o contra el pudor y la libertad sexual. En los débiles mentales se presentan numerosas oportunidades para delinquir, fundamentadas por la escasez de frenos inhibitorios que impidan la comisión del acto delictivo. Su influenciabilidad los hace presa fácil de otros delincuentes que los inducen a cometer actos ilícitos.
En la demencia se destruyeron las inhibiciones conscientes, por lo que la conducta se torna inadecuada, y se llegan a cometer los delitos más variados. Estos generalmente son cometidos descaradamente, ya que falta una clara consciencia de gravedad. Son comunes los delitos de índole sexual.
Este artículo intentó ser una reflexión general acerca de algunos cuadros psicopatológicos y de su relación con las conductas delictivas. De allí la importancia del perito psicólogo y psiquiatra en el exámen de cada caso en particular.
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excelente articulo
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