viernes, 29 de junio de 2007

La importancia de la psicología en el deporte. Artículo publicado en Management Deportivo en abril de 2004

Si bien sigue generando polémicas y muchísima resistencia por parte de dirigentes, directores técnicos y preparadores físicos, en los últimos tiempos la psicología deportiva ha experimentado un importante avance en Latinoamérica. Prueba de ello fue la realización en Buenos Aires desde el 18 al 20 de marzo del II Congreso Internacional de Actualización en Psicología del Deporte, organizado por la Asociación de Psicología del Deporte Argentina (APDA) y la Facultad de Psicología de la UBA.

Según Enrique Aguayo Chávez, psicólogo de larga trayectoria en el ámbito deportivo, en Chile hoy son “cerca de 40” los psicólogos que están trabajando en el área del deporte, y esto se nota “especialmente en el fútbol”, ámbito en el que “tres equipos profesionales cuentan con psicólogo y también la Selección Nacional Adulta”. Lamentablemente, ello está lejos de ocurrir en la Argentina, donde el rechazo a la presencia de psicólogos en el fútbol sigue siendo muy grande.

La filosofía nos dice claramente que el ser humano constituye una unidad psico-física. Tan importante como una buena preparación física, entonces, resulta no descuidar el psiquismo de los deportistas, lo que podría ayudar a mejorar el desempeño de dos clases de atletas que el brasileño Benno Becker Jr. define como:

1) Atletas que oscilan mucho en cuanto a su desempeño tanto en los entrenamientos como en las competiciones, o sea que son imprevisibles.
2) Atletas que rinden mucho en los entrenamientos (varios récords han sido rotos allí), pero cuyo desempeño en la competición se presenta por debajo de aquella actuación.

El psicólogo dedicado al alto rendimiento deportivo incursionará en el terreno de las presiones y los miedos que muchas veces -opina el Lic. Marcelo Roffé, presidente de APDA- “constituyen un freno real para el óptimo rendimiento”. Cada vez que aparezca una dificultad de este tipo, por ende, la intervención del profesional especializado será más que necesaria para dilucidar qué hay debajo del iceberg y ayudar al atleta a revertir la situación problemática, intentando que despliegue todas sus posibilidades y rinda al máximo dadas sus condiciones, edad, sexo y la disciplina en cuestión.

lunes, 25 de junio de 2007

La elección vocacional en la adolescencia


La palabra adolescencia deriva del griego adolescere y significa crisis sufrimiento. Todos los que hemos pasado por esta etapa de la vida sabemos que es un período difícil de transitar. El adolescente vivencia cambios a nivel corporal, y por consiguiente muchas veces aparece un duelo por la pérdida del cuerpo infantil y por la seguridad que tenía en compañía de sus padres. Ahora se aburre de los juegos y de las actividades que tanto le agradaban cuando era más chico, se siente extraño. Sus intereses y sentimientos hacia los demás comienzan a cambiar: por un lado ya no es un ñiño, pero tampoco es un adulto independiente. Aquí es cuando generalmente aparecen conflictos con los padres por el tema de los límites y permisos.

El adolescente generalmente establece códigos con su grupo de amigos para intentar diferenciarse de sus mayores. Estas actitudes pueden ser vestirse de deteminada forma imitando a un grupo musical, emplear vocabulario juvenil que los adultos no comprendan, tatuarse, etc. Se muestran rebeldes para intentar diferenciarse de los padres, buscando encontrar su identidad. El adolescente se pregunta “¿quién soy?”, “¿qué es lo que quiero ser?”. Aparece el momento de la elección vocacional, y se plantea “¿estudio o trabajo?”, “¿qué carrera sigo?”, “¿triunfaré con lo que elija?”, “¿seré realmente feliz con mi elección?”.

Un factor importante a tener en cuenta es la actual oferta académica, que en un punto pareciera dificultar las decisiones de los jóvenes dada la variedad de carreras de corta y mediana duración que hay, a diferencia de otros tiempos en los que abundaban elecciones tradicionales diferenciadas por sexo -por ejemplo, las chicas optando por magisterio y los hombres por abogacía o medicina-. Actualmente, además, muchas veces los chicos confunden el éxito efímero -ó rápido- de un personaje que participó en un reality-show, o de un cantante popular de moda, deseando convertirse en un actor o periodista famoso sin tener muy en cuenta la vocación, la aptitud natural y los esfuerzos necesarios para ello. Una elección debe ser abordada desde las potencialidades del adolescente, teniendo en cuenta sus intereses personales pero también las aptitudes y condiciones que la profesión, oficio u ocupación requiere.

Ante un mundo que muchas veces se presenta confuso para el adolescente, hacer una elección de vida que exige plantearse “¿qué quiero hacer de mi vida y con mi vida?” no es tarea sencilla.

Y es que no se trata solamente de optar por especializarse en un trabajo, sino de elegir un modo de vida. No es lo mismo, por ejemplo, optar por una carrera con una clara salida laboral en el país que por otra que, una vez conseguido el título, implique la necesidad de analizar como una posibilidad más que seria un viaje al exterior. Diferirá también en mucho la vida de quien elija un trabajo sedentario de la de aquel que escoja otro en el que se esté en constante contacto con la naturaleza, o uno que requiera la permanente realización de cursos y actividades de posgrado o perfeccionamiento. Toda elección implica una renuncia. Es común que el adolescente sienta angustia por elegir, por ejemplo, Arquitectura, ya que eso implica renunciar al resto de las carreras.

Tomar decisiones siempre se da bajo condiciones de incertidumbre, es decir, supone correr (o sufrir) ciertos riesgos porque no se puede a priori controlar todos los factores involucrados. Ante esta situación conflictiva que se les presenta, algunos jóvenes optan por la misma carrera que haya elegido un amigo o compañero de estudios, sin tomar realmente una decisión auténtica por motivos entre los que suelen encontrarse el temor a fracasar, la inseguridad que les genera una elección o la incapacidad de concretarla por conflictos internos. Puede suceder también que el joven no decida correctamente por subestimar sus capacidades, o simplemente que por temor a contradecir el mandato familiar elija la misma carrera de sus padres, sin cuestionarse si realmente ésa es una elección personal.

El proceso de orientación vocacional brinda un espacio que permite al adolescente cuestionar, reflexionar y clarificar sus intereses, con el fin de ayudarlo a encontrar su verdadera vocación, a través de una elección lo más gratificante y madura posible. Un psicólogo es quien acompaña al joven en el proceso de decisión a través de entrevistas, recolección de información de las distintas carreras y técnicas psicológicas que permitan un conocimiento de sus intereses, habilidades, aptitudes y de los bloqueos personales que obstaculizan e interfieren en la toma de decisiones. Esto le permitirá de acuerdo a sus características personales, desplegar todas sus potencialidades, descubirse como individuo, y por consiguiente descubrir su vocación.

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sábado, 23 de junio de 2007

La Consulta Psicológica por un Niño


Saber determinar a tiempo el momento para realizar una consulta psicológica por un niño no es una tarea sencilla. Como padres, debemos estar atentos a los primeros indicios o pistas que nos puedan orientar en tal sentido; por ejemplo, cambios en la conducta, dificultad para relacionarse con compañeros y amigos, aumento de la agresividad, miedos, terrores nocturnos, frecuentes berrinches, llanto sin motivo aparente y angustia, entre otros síntomas que muchas veces podrían estar encubriendo aquello que el niño no sabe cómo expresar en palabras.

Si bien es esperable que el niño alcance logros en las etapas evolutivas por las que irá atravesando, algún conflicto interno emocional o familiar puede producir estancamientos que le impidan seguir avanzando. Las mudanzas, los cambios de escuela o la muerte de un familiar cercano, por ejemplo, ocasionan en el niño duelos. Al no poder ser elaborada la situación de pérdida, es posible entonces que aparezcan síntomas, angustias e inhibiciones que interfieran en el desarrollo del niño, provocándole dificultades en el aprendizaje u otro tipo de consecuencias. Por ello, y pese a que es importante respetar los tiempos de cada niño, habrá que estar atentos a los retrocesos que pudieran sucederse en el transcurso del crecimiento.

Es necesario destacar en este punto que, más allá de las situaciones ya expuestas, cualquier nuevo acontecimiento cuya elaboración resulte dificultosa para el niño puede ocasionar en él conductas regresivas. La llegada de un nuevo hermanito, por ejemplo, podría llevarlo a querer usar de nuevo el chupete y hacerse pis. El regreso a estadios del desarrollo ya superados debería ser momentáneo, para luego continuar el transcurso normal de su evolución.

Muchos padres suelen desestimar este tipo de síntomas, pensando que cuando sus hijos crezcan “se les van a pasar”. Lo ideal es acompañar a nuestros niños en su crecimiento con contención y seguridad, para que el día del mañana estén preparados para enfrentar mejor los desafíos que se les presenten y no acarreen síntomas o trastornos de la infancia, que pudieran haber sido superados en su momento.

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lunes, 18 de junio de 2007

La importancia del deporte en la infancia y en la adolescencia


Es frecuente escuchar sobre los beneficios físicos que genera el deporte. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el ser humano es una unidad psicológica, física, social y espiritual. Por lo tanto, cuando hay desajustes en alguna de las áreas mencionadas, esto trae consecuencias sobre la totalidad de la persona.

Pensemos, por ejemplo, en una persona que padece depresión. En ella prevalecerán pensamientos pesimistas. Preferirá las actividades sedentarias, evitando reunirse con amigos y conocidos. Lo mismo ocurre a la inversa, cuando el bienestar que se produce en el cuerpo a través de la actividad física produce beneficios indirectos en otros aspectos del sujeto.

En épocas pasadas se hablaba de enfermedad psicosomática para referirse al asma, porque el aspecto psíquico y emocional repercutía notablemente sobre los síntomas físicos. Hoy en día, desde el campo de la psicología y la medicina se considera que todas las enfermedades debieran ser tratadas como una unidad psico-física.

No son pocos los beneficios psicológicos que en este sentido se desprenden de la actividad física. Uno de ellos es la Sensación de Bienestar, que trae como consecuencia el Mejoramiento de la Autopercepción Corporal que repercute en el aspecto emocional al elevar la Autoestima. El deporte posibilita al niño y al adolescente un manejo equilibrado de su cuerpo, lo que genera confianza para enfrentar otras situaciones en lo cotidiano, social y familiar. Fomentar la actividad deportiva en la niñez, inducir a los jóvenes al hábito del ejercicio, mejorará necesariamente la calidad de vida de la población adulta del futuro.

Pero es necesario tener en cuenta también que la infancia es por excelencia el período donde se aprehenden hábitos y comportamientos que se sostendrán a lo largo de la vida. No es casualidad, por ejemplo, que los adultos mantengan en un preciado lugar de su corazón el primer equipo de fútbol que alentaron o del que formaron parte, por más que sea de una liga regional, barrial o del ascenso. Si los dirigentes de clubes tuvieran este aspecto en cuenta y se abocaran más al público infantil, tendrían de seguro mayor público estable en el futuro.

El deporte consiste en una actividad lúdica que permite que el cuerpo permanezca en constante movimiento con un propósito. Al ser considerado un juego reglado se deben cumplir normas que posibilitarán el aprendizaje de las normas morales y vinculares, ya que se trata de una competencia que necesitará de otros participantes. Las reglas enseñan lo que se debe hacer y lo que está mal. El hacer trampa deberá ser sancionado por el grupo, árbitro o figura que según el deporte personifique la ley y la autoridad. Esto posibilitará la inserción del niño en la sociedad. Deberán aprender que a veces se pierde y a veces se gana.

En el campo de juego, por otra parte, se ponen en evidencia los aspectos más nobles y los vicios más detestables de los hombres. Ante las reglas se deberá estar alerta y atento para poder aplicarlas y responder adecuadamente ante la reacción de otros participantes. Esto indica que se necesita responder con inteligencia, aspecto psicológico de la personalidad.

El deporte, además, fomenta la disminución de la ansiedad, el manejo del stress y la agresividad al servicio de un actividad socialmente aceptada, la decisión para obtener éxitos, la resolución de problemas, la honradez, el buen humor, el mejoramiento de las relaciones sociales a través del afán de superación de metas, el espíritu de lucha, la capacidad de cooperar y trabajar en equipo, el fomento de valores y actitudes, la maduración personal y de grupo y la empatía con otros participantes o camaradas.

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