La palabra adolescencia deriva del griego adolescere y significa crisis sufrimiento. Todos los que hemos pasado por esta etapa de la vida sabemos que es un período difícil de transitar. El adolescente vivencia cambios a nivel corporal, y por consiguiente muchas veces aparece un duelo por la pérdida del cuerpo infantil y por la seguridad que tenía en compañía de sus padres. Ahora se aburre de los juegos y de las actividades que tanto le agradaban cuando era más chico, se siente extraño. Sus intereses y sentimientos hacia los demás comienzan a cambiar: por un lado ya no es un ñiño, pero tampoco es un adulto independiente. Aquí es cuando generalmente aparecen conflictos con los padres por el tema de los límites y permisos.
El adolescente generalmente establece códigos con su grupo de amigos para intentar diferenciarse de sus mayores. Estas actitudes pueden ser vestirse de deteminada forma imitando a un grupo musical, emplear vocabulario juvenil que los adultos no comprendan, tatuarse, etc. Se muestran rebeldes para intentar diferenciarse de los padres, buscando encontrar su identidad. El adolescente se pregunta “¿quién soy?”, “¿qué es lo que quiero ser?”. Aparece el momento de la elección vocacional, y se plantea “¿estudio o trabajo?”, “¿qué carrera sigo?”, “¿triunfaré con lo que elija?”, “¿seré realmente feliz con mi elección?”.
Un factor importante a tener en cuenta es la actual oferta académica, que en un punto pareciera dificultar las decisiones de los jóvenes dada la variedad de carreras de corta y mediana duración que hay, a diferencia de otros tiempos en los que abundaban elecciones tradicionales diferenciadas por sexo -por ejemplo, las chicas optando por magisterio y los hombres por abogacía o medicina-. Actualmente, además, muchas veces los chicos confunden el éxito efímero -ó rápido- de un personaje que participó en un reality-show, o de un cantante popular de moda, deseando convertirse en un actor o periodista famoso sin tener muy en cuenta la vocación, la aptitud natural y los esfuerzos necesarios para ello. Una elección debe ser abordada desde las potencialidades del adolescente, teniendo en cuenta sus intereses personales pero también las aptitudes y condiciones que la profesión, oficio u ocupación requiere.
Ante un mundo que muchas veces se presenta confuso para el adolescente, hacer una elección de vida que exige plantearse “¿qué quiero hacer de mi vida y con mi vida?” no es tarea sencilla.
Y es que no se trata solamente de optar por especializarse en un trabajo, sino de elegir un modo de vida. No es lo mismo, por ejemplo, optar por una carrera con una clara salida laboral en el país que por otra que, una vez conseguido el título, implique la necesidad de analizar como una posibilidad más que seria un viaje al exterior. Diferirá también en mucho la vida de quien elija un trabajo sedentario de la de aquel que escoja otro en el que se esté en constante contacto con la naturaleza, o uno que requiera la permanente realización de cursos y actividades de posgrado o perfeccionamiento. Toda elección implica una renuncia. Es común que el adolescente sienta angustia por elegir, por ejemplo, Arquitectura, ya que eso implica renunciar al resto de las carreras.
Tomar decisiones siempre se da bajo condiciones de incertidumbre, es decir, supone correr (o sufrir) ciertos riesgos porque no se puede a priori controlar todos los factores involucrados. Ante esta situación conflictiva que se les presenta, algunos jóvenes optan por la misma carrera que haya elegido un amigo o compañero de estudios, sin tomar realmente una decisión auténtica por motivos entre los que suelen encontrarse el temor a fracasar, la inseguridad que les genera una elección o la incapacidad de concretarla por conflictos internos. Puede suceder también que el joven no decida correctamente por subestimar sus capacidades, o simplemente que por temor a contradecir el mandato familiar elija la misma carrera de sus padres, sin cuestionarse si realmente ésa es una elección personal.
El proceso de orientación vocacional brinda un espacio que permite al adolescente cuestionar, reflexionar y clarificar sus intereses, con el fin de ayudarlo a encontrar su verdadera vocación, a través de una elección lo más gratificante y madura posible. Un psicólogo es quien acompaña al joven en el proceso de decisión a través de entrevistas, recolección de información de las distintas carreras y técnicas psicológicas que permitan un conocimiento de sus intereses, habilidades, aptitudes y de los bloqueos personales que obstaculizan e interfieren en la toma de decisiones. Esto le permitirá de acuerdo a sus características personales, desplegar todas sus potencialidades, descubirse como individuo, y por consiguiente descubrir su vocación.
La reproducción total o parcial de este artículo en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier medio de almacenamiento y recuperación de información no autorizada por el autor viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
El adolescente generalmente establece códigos con su grupo de amigos para intentar diferenciarse de sus mayores. Estas actitudes pueden ser vestirse de deteminada forma imitando a un grupo musical, emplear vocabulario juvenil que los adultos no comprendan, tatuarse, etc. Se muestran rebeldes para intentar diferenciarse de los padres, buscando encontrar su identidad. El adolescente se pregunta “¿quién soy?”, “¿qué es lo que quiero ser?”. Aparece el momento de la elección vocacional, y se plantea “¿estudio o trabajo?”, “¿qué carrera sigo?”, “¿triunfaré con lo que elija?”, “¿seré realmente feliz con mi elección?”.
Un factor importante a tener en cuenta es la actual oferta académica, que en un punto pareciera dificultar las decisiones de los jóvenes dada la variedad de carreras de corta y mediana duración que hay, a diferencia de otros tiempos en los que abundaban elecciones tradicionales diferenciadas por sexo -por ejemplo, las chicas optando por magisterio y los hombres por abogacía o medicina-. Actualmente, además, muchas veces los chicos confunden el éxito efímero -ó rápido- de un personaje que participó en un reality-show, o de un cantante popular de moda, deseando convertirse en un actor o periodista famoso sin tener muy en cuenta la vocación, la aptitud natural y los esfuerzos necesarios para ello. Una elección debe ser abordada desde las potencialidades del adolescente, teniendo en cuenta sus intereses personales pero también las aptitudes y condiciones que la profesión, oficio u ocupación requiere.
Ante un mundo que muchas veces se presenta confuso para el adolescente, hacer una elección de vida que exige plantearse “¿qué quiero hacer de mi vida y con mi vida?” no es tarea sencilla.
Y es que no se trata solamente de optar por especializarse en un trabajo, sino de elegir un modo de vida. No es lo mismo, por ejemplo, optar por una carrera con una clara salida laboral en el país que por otra que, una vez conseguido el título, implique la necesidad de analizar como una posibilidad más que seria un viaje al exterior. Diferirá también en mucho la vida de quien elija un trabajo sedentario de la de aquel que escoja otro en el que se esté en constante contacto con la naturaleza, o uno que requiera la permanente realización de cursos y actividades de posgrado o perfeccionamiento. Toda elección implica una renuncia. Es común que el adolescente sienta angustia por elegir, por ejemplo, Arquitectura, ya que eso implica renunciar al resto de las carreras.
Tomar decisiones siempre se da bajo condiciones de incertidumbre, es decir, supone correr (o sufrir) ciertos riesgos porque no se puede a priori controlar todos los factores involucrados. Ante esta situación conflictiva que se les presenta, algunos jóvenes optan por la misma carrera que haya elegido un amigo o compañero de estudios, sin tomar realmente una decisión auténtica por motivos entre los que suelen encontrarse el temor a fracasar, la inseguridad que les genera una elección o la incapacidad de concretarla por conflictos internos. Puede suceder también que el joven no decida correctamente por subestimar sus capacidades, o simplemente que por temor a contradecir el mandato familiar elija la misma carrera de sus padres, sin cuestionarse si realmente ésa es una elección personal.
El proceso de orientación vocacional brinda un espacio que permite al adolescente cuestionar, reflexionar y clarificar sus intereses, con el fin de ayudarlo a encontrar su verdadera vocación, a través de una elección lo más gratificante y madura posible. Un psicólogo es quien acompaña al joven en el proceso de decisión a través de entrevistas, recolección de información de las distintas carreras y técnicas psicológicas que permitan un conocimiento de sus intereses, habilidades, aptitudes y de los bloqueos personales que obstaculizan e interfieren en la toma de decisiones. Esto le permitirá de acuerdo a sus características personales, desplegar todas sus potencialidades, descubirse como individuo, y por consiguiente descubrir su vocación.
La reproducción total o parcial de este artículo en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier medio de almacenamiento y recuperación de información no autorizada por el autor viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario