Si bien el covid-19 y la situación de aislamiento social por la que nos vemos atravesados en esta época parece algo novedoso para la sociedad no deja de ser algo constante que se observa en cuentos clásicos de antaño. ¿A qué me estoy refiriendo? Al aislamiento de los niños como prohibición de salir y relacionarse con los pares, interactuar y jugar.
domingo, 12 de julio de 2020
Covid-19 e infancia
Si bien el covid-19 y la situación de aislamiento social por la que nos vemos atravesados en esta época parece algo novedoso para la sociedad no deja de ser algo constante que se observa en cuentos clásicos de antaño. ¿A qué me estoy refiriendo? Al aislamiento de los niños como prohibición de salir y relacionarse con los pares, interactuar y jugar.
jueves, 18 de abril de 2013
Los tatuajes. Su motivación psicológica.
¿Qué hay detrás de los tatuajes? Su motivación psicológica.
Significado de la palabra tatuaje
sábado, 19 de noviembre de 2011
Los tatuajes y la donación de sangre
“Si te tatuaste no podrás donar sangre ni órganos”: ¿es esto verdadero o falso?
Generalmente las instituciones hospitalarias optan por decir a los posibles donantes que deben esperar un año desde el momento en que se tatuaron. Otras más rigurosas directamente los excluyen de la lista de posibles donantes de sangre u órganos. Veamos cuánto hay de verdad detrás del mito urbano “no donarás si te tatuaste”.
Por lo general, en los locales donde se realizan tatuajes no entregan certificados de la fecha en que los realizaron. Por lo tanto, no hay modo de comprobar si ya transcurrió un año, dos meses o cinco años desde esa operatoria. Por otro lado, nos faltaría buscar una explicación científica para comprender en qué consiste el proceso de tatuarse.
Científicamente se considera riesgoso que un paciente reciba sangre de una persona que ha tenido tóxicos en su cuerpo, como por ejemplo de tatuajes, ya que las células crean anticuerpos que al entrar en la sangre del paciente pueden causar una reaccion inmunitaria grave y crear anafilaxia. Esto la puede llevar a la muerte.
Por otro lado, la persona al realizarse un tatuaje incrementa por un tiempo sus niveles de células blancas o de defensa en el cuerpo. Al pasar esta sangre a un paciente que se encuentra debil, estas celulas pueden atacar a la persona creando una “reacción injerto contra huesped” que es mortal.
Lo que sucede tanto con los tatuajes como con las perforaciones es que se hace una herida en la piel para obtenerlos, por lo que comienza una proliferación aumentada de algunas células. Entonces la sangre donada no sería de buena calidad, ya que habría una sobrepoblación de macrófagos, linfocitos, fagocitos, etc.
Lo que ocurre es que al hacerte un tatuaje, la tinta que penetra en tu cuerpo es un agente extraño para él. Entonces, el sistema linfático intenta defenderse de ese cuerpo extraño (pigmento), eliminando el tatuaje y su tinta; de ahí que, con el tiempo, el color disminuya y los tatuajes se vayan borrando. De este modo, es lógico que no se pueda ni se deba donar sangre al tener tatuajes, porque tu sangre estaría, por decirlo de algún modo vulgar, contaminada.
Los tatuajes son considerados riesgosos porque las personas que se los realizan están expuestas a muchas enfermedades durante el proceso -afrontémoslo, eso es cierto nos guste o no- como VIH, hepatitis e infecciones sanguíneas de toda clase. Muchas de están enfermedades pueden estar latentes en nuestro cuerpo durante mucho tiempo antes de mostrar síntomas, y por lo general no se muestran en los exámenes que normalmente se hacen a la sangre que es donada por las personas.
Por ello, en líneas generales, la Cruz Roja pide que esperemos al menos un año antes de donar sangre luego de hacernos un tatuaje. Ese lapso de tiempo se debe a que el período de incubación de algunas enfermedades puede ser largo. Por ejemplo el HIV tarda 3 meses en aparecer en el test de Elisa, y en el caso de la hepatitis C son 160 días. En caso de que antes de la extracción de sangre hagan un examen de ETS y no haya transcurrido el tiempo de incubación, el resultado no sale en la prueba, pero la persona ya tiene el virus y puede contagiarlo. Las enfermedades tienen un período de ventana, es decir en el que por más análisis que te hagas no salen en los resultados.
Si te dicen que no podés donar sangre no se trata de discriminación sino de cuidar a los más vulnerables. ¿Lo pensaste?
viernes, 29 de julio de 2011
El arte de la interpretación
Como ejemplo pensemos en René...mmm jejeje
jueves, 16 de septiembre de 2010
domingo, 6 de diciembre de 2009
domingo, 1 de noviembre de 2009
El Mito del Héroe
miércoles, 14 de octubre de 2009
viernes, 21 de agosto de 2009
Psicopatología y Criminología
A continuación intentaré caracterizar cómo algunas de las grandes reagrupaciones psicopatológicas podrían relacionarse con acciones delictivas.
En la neurosis obsesivo compulsiva la angustia se controla a través de mecanismos de repetición. La persona reconoce que los pensamientos y actos repetitivos (rituales) son irracionales, sin embargo es incapaz de controlarlos ya que el no hacerlos representa para ella una mayor angustia porque cree que algo le sucederá. En el caso de los delitos se muestra claramente cómo no puede controlarse porque es mayor la angustia ante sus ideas obsesivas. Realiza la conducta porque le produce un alivio psíquico y el delito es evidentemente una conducta destructiva, simbólica y detallista, con proyección en núcleos psicóticos en el caso de los crímenes. La obsesión de conductas prohibidas representa una especie de tragicomedia de acciones criminales deseadas y temidas a la vez. Es importante para la criminología tener en cuenta que puede ocurrir que el sujeto pase a realizar la acción para aliviar su consciencia, lo que conlleva un descanso en la ansiedad del delincuente debido a la ejecución de la conducta criminal. Las obsesiones aritméticas son una obsesión al manejar cifras y realizar operaciones matemáticas que liberan la angustia. Esto explica algunos de los razonamientos lógicos bien estructurados de algunos criminales. Todo el comportamiento del obsesivo se caracteriza por rigidez, meticulosidad, detallismo y excesivo orden. También es posible que llegado al límite de la obsesión - compulsión comience un trastorno psicótico propiamente dicho.
Por su parte una persona fóbica en un ataque de pánico puede llegar a cometer acciones violentas y hasta homicidios sádicos para aliviar su tensión frente a la situación fóbica, ya que ésta le crea una gran tensión emocional que no puede controlar. La conducta delictiva puede desencadenarse imprevistamente porque el neurótico fóbico al entrar en una situación generadora de angustia, realiza un impulso incontrolable para salir de esa situación fóbica, pero que lleva a cabo a través de la agresión. En una situación fóbica altamente estresante, la angustia puede ocasionar desestructuración de la personalidad, en la cual los actos impulsivos de defensa hacen que el individuo sea peligroso desde el punto de vista criminológico.
La relación entre la psicosis y la criminalidad es estrecha debido a que en la conducta de agredir de modo destructivo en la psicosis predominan elementos confusionales. Las personas con trastorno psicótico tienen fallas en el juicio de realidad, que es la capacidad que permite al sujeto distinguir entre los estímulos provenientes del mundo externo y los provenientes del mundo interno. Como consecuencia de la desorganización de la conducta el psicótico homicida podría no tener en cuenta el borrado de las evidencias que lo involucrarían luego de una investigación policial. En muchas oportunidades aparecen en su dominio manchas de sangre y objetos de pertenencia de la víctima. En el momento del delito podría dar varias puñaladas, incluso al haberse asegurado que el cuerpo no tenía vida. Debido a estas características, propias de una personalidad desorganizada y caótica, que no planifica sus acciones, el autor del hecho generalmente es fácilmente reconocido, no sólo por los investigadores, sino por su entorno más íntimo.
La esquizofrenia es uno de los trastornos más graves de la personalidad en la cual la disociación con la realidad es grande. Los actos delictivos van desde aquellos casi pasivos hasta agresivos, sin causa que los justifiquen, desencadenadas por la fuerza de una impulsión sin freno. Al progresar la enfermedad el sujeto se encierra más en sí mismo, tiene choques más violentos con la sociedad y da muestras de no saber lo que hace. Además surgen odios inmotivados y accesos de cólera, que contribuyen a que sus actos delictivos pueden sorprender a cualquiera, sin que la víctima pueda prevenirse. La carencia de motivos desencadenantes es la característica principal de la criminalidad esquizofrénica. Esta puede asumir diversas formas, que van desde violencia física (lesiones, homicidio, suicidio) hasta hurto y robo, cuya finalidad puede ser solamente obtener medios para vestirse y alimentarse.
A la esquizofrenia paranoide se la vincula principalmente con conductas delictivas de carácter violento en las que las ideas persecutorias y delirios se van estructurando en confabulaciones violentas. La personalidad es fría, retraída y presenta hostilidad y agresión. Las conductas delictivas se caracterizan por ser de extrema violencia hasta totalmente sádicas. Estos crímenes generalmente son llevados a cabo hacia personas conocidas y el grupo familiar. La alucinación persecutoria promueve defensas agresivas que pueden llegar fácilmente al homicidio; incluso la práctica delictiva puede estar premeditada gracias a la alucinación estructurada. Aquí, como acontece en muchos casos, la conducta agresiva traduce la verdadera dimensión de la enfermedad mental.
En la psicosis paranoica existe una falla en el juicio de realidad que genera distorsiones en el contenido del pensamiento. Estas pueden ser:
- Ideas de referencia: son aquellas que le hacen pensar al sujeto que cualquier acontecimiento generalmente de índole catastrófica es por su causa.
- Ideas de control: cree que fuerzas ajenas a él, generalmente omnipotentes, controlan su vida y sus actos, ya sea Dios, los extraterrestres o un líder mundial. Dentro de las psicosis podemos encuadrar al fenómeno de las sectas. Se fundamentan en el pensamiento mágico e infantil, muchas veces florido de delirios místicos. El psicótico místico necesita de un guía o consejero espiritual que cumpla la función paterna, y al cual le rinde culto de modo irracional. Al poseer una personalidad endeble y confusa, se siente seguro al contar con alguien que le ordene el modo de actuar o de comportarse en todos los ámbitos. Como ejemplo podemos mencionar a los suicidios grupales producidos como consecuencia del establecimiento de un pacto previo entre las víctimas.
- Ideas persecutorias en las que el sujeto siente que es objeto de persecuciones que pueden estar parcialmente fundadas, pero no al grado en que éste las expresa. Fácilmente puede aparecer un acto delictivo como defensa ante la supuesta persecución. No hay arrepentimiento porque el delirante cree que obró en defensa propia. A veces los actos son explosivos como salida abrupta a una situación intolerable, pero también pueden ser planeados. El delirio querellante se basa en la reposición de un derecho por medio de trámites judiciales. En este caso, el psicótico considera que los testigos, los peritos y el juez se hallan confabulados contra él, por lo cual los calumnia y los acusa falsamente. Los delitos más comunes son calumnias, injurias, resistencia a la autoridad, acusaciones falsas y en casos extremos ataques materiales contra las personas.
- Ideas de grandeza: son aquellas ideas que le hacen creer que es omnipotente y de un poder absoluto, en donde puede tomar papeles como de Dios, de guía espiritual o salvador del mundo. Se relacionan con la delincuencia relativa a gastos desconsiderados y giros de cheque sin fondos. En los delirios místicos el delirante puede llegar a querer eliminar a todos los que se le oponen. En algunos casos logran convencer a los demás para cometer delitos colectivos.
Los contenidos distorsionados del pensamiento se pueden expresar de maneras coloquiales o cotidianas, como por ejemplo los celos excesivos que pueden dar origen a un crimen pasional. En el delirio sexual o erótico el delirante cree ser amado por alguien cuando en realidad no es así. El delito suele aparecer al intentar obtener sus derechos como ser amado, pudiendo llegar a acosar al objeto de su obsesión hasta con conductas agresivas. En el caso de los delirios de celos incluso los actos más inocentes son considerados como prueba de infidelidad del cónyuge o amante. Este tipo de delirio suele provocar homicidios o lesiones graves que se extienden incluso a los hijos y puede concluir con el suicidio del delincuente.
La psicosis maníaco - depresiva se caracteriza por la aparición de estados maníacos y depresivos de forma alternada. En el episodio maníaco no concibe la posibilidad de fracaso. Por eso desprecia las vallas opuestas por las consideraciones sociales, las normas éticas, las prohibiciones jurídicas y se lanza a actividades que pueden desembocar en delitos como estafas (gira cheques sin fondo, quiebra en virtud de operaciones arriesgadas), abusos sexuales, robos, calumnias e insultos contra los que se le oponen y contravenciones. Asimismo, en los estados de excitación pueden surgir conductas agresivas hacia otros o hacia sí mismo, que se traducen en lesiones u homicidio, ya sea de manera imprudente o por omisión. En cambio, el episodio depresivo se caracteriza por la pérdida de interés o de placer en casi todas las actividades habituales. El melancólico vive angustiado, vivencia que el porvenir sólo le ofrece sufrimientos. Algunas de las expresiones son pérdida de la energía, retraso en la actividad psicomotora, autoreproche o culpa excesiva y la ideación o acción suicida. No es raro que, por un proceso proyectivo, se piense que los padres, hermanos, hijos, esposa, tengan ante sí un futuro doloroso que es preciso evitarles; de ahí los homicidios piadosos en ellos perpetrados para prevenirles el sufrimiento.
El psicópata, que aparenta ser una persona encantadora y pacífica, en muchas ocasiones se crea un imaginario fantástico para justificar sus crímenes. Desprecian los deseos, derechos o sentimientos de los demás. Frecuentemente engañan y manipulan con tal de conseguir provecho o placeres personales. Pueden mentir reiteradamente, utilizar un alias, estafar a otros o simular una enfermedad. Suelen ser indiferentes o dar justificaciones superficiales por haber ofendido, maltratado, robado o matado a alguien, culpando a las víctimas por ser tontos, débiles o por merecer su mala suerte. No siente remordimiento ni arrepentimiento, suele ser frío y déspota. Es difícil lograr adjudicarle con certeza un delito, ya que éste generalmente ha sido planificado de modo inteligente y con arreglos perfectos con el objeto de mantenerse impune.
En el retraso mental grave la criminalidad está relacionada con accesos de furia, tales como auto o heteroagresiones, incendios, daños, delitos contra la propiedad o contra el pudor y la libertad sexual. En los débiles mentales se presentan numerosas oportunidades para delinquir, fundamentadas por la escasez de frenos inhibitorios que impidan la comisión del acto delictivo. Su influenciabilidad los hace presa fácil de otros delincuentes que los inducen a cometer actos ilícitos.
En la demencia se destruyeron las inhibiciones conscientes, por lo que la conducta se torna inadecuada, y se llegan a cometer los delitos más variados. Estos generalmente son cometidos descaradamente, ya que falta una clara consciencia de gravedad. Son comunes los delitos de índole sexual.
Este artículo intentó ser una reflexión general acerca de algunos cuadros psicopatológicos y de su relación con las conductas delictivas. De allí la importancia del perito psicólogo y psiquiatra en el exámen de cada caso en particular.
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martes, 1 de abril de 2008
La novela familiar del neurótico
Cuando el individuo, a medida de su crecimiento, libérase de la autoridad de sus padres, incurre en una de las consecuencias más necesarias, aunque también una de las más dolorosas que el curso de su desarrollo le acarrea. Es absolutamente inevitable que dicha liberación se lleve a cabo, al punto que debe haber sido cumplida en determinada medida por todo aquel que haya alcanzado un estado normal. Hasta el progreso mismo de la sociedad reposa esencialmente sobre esta oposición de las generaciones sucesivas. Por otra parte, existe cierta clase de neuróticos cuyo estado se halla evidentemente condicionado por el fracaso ante dicha tarea. Para el niño pequeño los padres son, al principio, la única autoridad y la fuente de toda fe. El deseo más intenso y decisivo de esos años infantiles es el de llegar a parecérseles - es decir, al progenitor del propio sexo -; el deseo de llegar a ser grande, como el padre y la madre. Pero a medida que progresa el desarrollo intelectual es inevitable que el niño descubra poco a poco las verdaderas categorías a las cuales sus padres pertenecen. Conoce a otros padres, los compara con los propios y llega así a dudar de las cualidades únicas e incomparables que les había adjudicado.Pequeñas experiencias de su vida infantil, que despiertan en él un sentimiento de disconformidad, lo incitan a emprender la crítica de los padres y a aprovechar, en apoyo de esta actitud contra ellos, la ya adquirida noción de que otros padres son, en muchos sentidos, preferibles a los suyos. La psicología de las neurosis nos ha enseñado que a este resultado coadyuvan, entre otros factores, los más intensos impulsos de rivalidad sexual. Las ocasiones que los motivan tienen por tema evidente el sentimiento de ser despreciado. Son frecuentísimas las oportunidades en las cuales el niño es menospreciado o en que por lo menos se siente menospreciado, en las cuales siente que no recibe el pleno amor de sus padres o, principalmente, lamenta tener que compartirlo con hermanos y hermanas. La sensación de que su propio afecto no es plenamente retribuido se desahoga entonces en la idea, a menudo conscientemente recordada desde la más temprana infancia, de ser un hijastro o un hijo adoptivo. Numerosas personas que no han llegado a la neurosis recuerdan a menudo ocasiones de esta especie, en las cuales, influidos generalmente por alguna lectura, interpretaron así las actitudes hostiles de los padres y reaccionaron en consecuencia. Ya aquí se evidencia, empero, la influencia del sexo, pues el varón se inclina mucho más a desplegar impulsos hostiles contra el padre que contra la madre, y mucho más también a liberarse de aquél que de ésta. A este respecto, la actividad imaginativa de la niña tiende a ser mucho más atenuada. Estos impulsos psíquicos de la infancia, conscientemente recordados, nos ofrecen el factor que ha de permitirnos comprender el mito [del nacimiento del héroe].Este incipiente extrañamiento de los padres, que puede designarse como novela familiar de los neuróticos, continúa con una nueva fase evolutiva que raramente subsiste en el recuerdo consciente, pero que casi siempre puede ser revelada por el psicoanálisis. En efecto, tanto la esencia misma de la neurosis como la de todo talento superior tienen por rasgo característico una actividad imaginativa de particular intensidad que, manifestada primero en los juegos infantiles, domina más tarde, hacia la época prepuberal, todo el tema de las relaciones familiares. Un ejemplo característico de este tipo particular de fantasías lo hallamos en el conocido ensueño diurno, que persiste mucho más allá de la pubertad. Examinando detenidamente estos sueños diurnos, compruébase que sirven a la realización de deseos y a la rectificación de las experiencias cotidianas, persiguiendo principalmente dos objetivos: el erótico y el ambicioso, aunque tras este último suele ocultarse también el fin erótico. Hacia la época mencionada, la imaginación del niño se dedica, pues, a la tarea de liberarse de los padres menospreciados y a reemplazarlos por otros, generalmente de categoría social más elevada. En esta relación el niño aprovechará cualquier coincidencia oportuna que le ofrezcan sus experiencias reales - como los encuentros con el señor feudal o el terrateniente, si vive en el campo, o con algún dignatario o aristócrata en la ciudad -, despertando dichas vivencias casuales la envidia del niño, que luego se expresa en la fantasía de sustituir al padre y a la madre por otros más encumbrados. La técnica aplicada para realizar tales fantasías - que en ese período son, por supuesto, conscientes - depende de la habilidad y del material que el niño encuentre a su disposición. También es importante considerar si las fantasías son elaboradas con mayor o menor afán de verosimilitud. Esta fase se alcanza en una época en la cual el niño ignora todavía las condiciones sexuales de la procreación.Poco después, cuando el niño llega a conocer las múltiples vinculaciones sexuales entre el padre y la madre, cuando comprende que pater semper incertus est, mientras que la madre es certissima, la novela familiar experimenta una restricción peculiar: se limita en adelante a exaltar al padre, pero ya no duda del origen materno, aceptándolo como algo inalterable. Esta segunda fase (sexual) de la novela familiar es sustentada asimismo por otra motivación que falta en la primera fase (asexual). Con el conocimiento de los procesos sexuales surge en el niño la tendencia a imaginarse situaciones y relaciones eróticas, tendencia que es impulsada por el deseo de colocar a la madre - objeto de la más intensa curiosidad sexual - en situaciones de secreta infidelidad y de relaciones amorosas ocultas. De tal modo aquellas primeras fantasías, en cierto modo asexuales, se ponen a la altura de los nuevos conocimientos adquiridos. Además, el tema de la venganza y de la ley del talión, que en la fase anterior ocupaba el primer plano, reaparece también aquí. por regla general, estos niños neuróticos son precisamente aquellos que fueron castigados por sus padres para corregir sus hábitos sexuales y que ahora se vengan de ellos mediante tales fantasías.Los hermanos menores son los que más particularmente tienden a utilizar estas creaciones imaginativas para privar a los hermanos mayores de sus prerrogativas (igual que sucede en las intrigas históricas) y a menudo no vacilan en adjudicar a la madre tantas relaciones amorosas ficticias como competidores fraternos encuentran. Puede darse entonces una interesante versión de esta novela familiar, en la cual su protagonista y autor vuelve a reclamar la legitimidad para sí mismo, mientras que elimina a los hermanos y hermanas, proclamándolos ilegítimos. Otros intereses particulares pueden orientar asimismo la novela familiar cuyas múltiples facetas y cuya vasta aplicabilidad la tornan accesible a toda clase de tendencias. Así, por ejemplo, el pequeño fantaseador puede eliminar la prohibitiva relación de parentesco con una hermana a la cual se siente sexualmente atraído.Quien se sienta inclinado a apartarse con horror de esta depravación del alma infantil, y aun esté tentado de negar que tales cosas sean posibles, habrá de tener en cuenta que todas estas obras de ficción, aparentemente tan plenas de hostilidad, no son en realidad tan malévolas, y hasta conservan, bajo tenue disfraz, todo el primitivo afecto del niño por sus padres. La infidelidad y la ingratitud son sólo aparentes, pues si se examina en detalle la más común de estas fantasías novelescas, es decir, la sustitución de ambos padres, o sólo del padre, por personajes más encumbrados, se advertirá que todos estos nuevos padres aristocráticos están provistos de atributos derivados exclusivamente de recuerdos reales de los verdaderos y humildes padres, de modo que en realidad el niño no elimina al padre, sino que lo exalta. Más aún: todo ese esfuerzo por reemplazar al padre real con uno superior es sólo la expresión de la añoranza que el niño siente por aquel feliz tiempo pasado, cuando su padre le parecía el más noble y fuerte de los hombres, y su madre, la más amorosa y bella mujer. Del padre que ahora conoce se aparta hacia aquel en quien creyó durante los primeros años de la infancia; su fantasía no es, en el fondo, sino la expresión de su pesar por haber perdido esos días tan felices. Así, en estas fantasías vuelve a recuperar su plena vigencia la sobrevaloración que caracteriza los primeros años de la infancia. El estudio de los sueños ofrece una interesante contribución a dicho tema, pues su interpretación enseña que, incluso en años avanzados, cuando en un sueño aparecen las figuras encumbradas del emperador y de la emperatriz, ellas representan siempre al padre y a la madre del soñante. De donde la sobrevaloración infantil de los padres subsiste asimismo en los sueños de los adultos normales.